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Comiat Alícia

Alícia Guidonet: diez años haciendo posible la utopía del diálogo

“Soy una buscadora. Y estos diez años en Migra Studium han sido un camino hacia lo esencial, una ruta compartida hacia lo absoluto.”

Cuando Alícia Guidonet pisó por primera vez Migra Studium, no sabía que aquel espacio —aquella primera visita casi fortuita— se convertiría en un puerto seguro. Venía de trayectorias diversas, siempre movida por la búsqueda espiritual y el compromiso educativo. Y se quedó. E hizo del Espacio Interreligioso un hogar, una escuela y un territorio compartido por miles de personas que, como ella, buscaban algo más profundo: acogida, sentido, humanidad.

Durante diez años, ha sido el alma de un proyecto único en la ciudad, donde niñas, niños, jóvenes y personas adultas han podido experimentar el diálogo entre religiones y convicciones como una vivencia, no una teoría. Un espacio “100% humanista, dialógico y analógico”, donde las cosas se hacen despacio, con tiempo, mirada y escucha. “Aquí los niños te dicen ‘me he sentido a gusto’, ‘me he sentido acogido’. Y eso no tiene precio.”

Una pedagogía del encuentro

Alícia habla con pasión del Espacio como un lugar “que promueve la escucha, el silencio, el respeto —en su sentido etimológico: volver a mirar—, la unificación interior, la conciencia del hecho religioso como parte de la condición humana”. Desde esta mirada amplia, ha contribuido a transformar el proyecto: hacerlo más inclusivo, más sensible a las distintas espiritualidades y también a aquellas personas que, sin practicar una religión, intuyen una dimensión espiritual dentro de sí mismas.

A lo largo de los años, ha incorporado nuevas lecturas, nuevos lenguajes, nuevos materiales. Ha alfabetizado en cultura religiosa a centenares de escolares que desconocían incluso los elementos básicos del cristianismo. Ha tejido vínculos con escuelas, comunidades religiosas, voluntariado, instituciones públicas, y ha construido red desde un lugar profundamente sencillo y acogedor.

Transformación personal y colectiva

Pero el impacto de Alícia no se mide solo en las actividades, las reformas o los talleres. Se mide en las miradas. En las conversaciones. En la paz que deja. En la capacidad de haberse dejado transformar mientras transformaba. “Yo llegué como cristiana y sigo siendo cristiana. Pero he hecho un proceso espiritual muy profundo, de reconocimiento del otro, de sentirme hermanada con personas de tradiciones muy distintas. Después de diez años, puedo decir que la comunidad musulmana son mis hermanos.”

También ha aprendido a dialogar más, a desmontar estereotipos, a escuchar. Acompañando a niños, jóvenes, voluntariado, profesorado y personas en prácticas, ha descubierto que la educación y la relación son herramientas poderosas para humanizar un mundo cada vez más polarizado, tecnificado y superficial.

“El Espacio es una isla. Una isla pequeña, pero resistente, donde todavía es posible hablar, escuchar, hacer preguntas y construir pensamiento.”

Una despedida que es continuidad

Ahora Alícia cierra una etapa, pero no cambia de camino. Su congregación le ha propuesto acompañar una escuela en Valencia, en un barrio con gran diversidad religiosa y cultural. Ella lo ve como una nueva llamada, un nuevo capítulo del mismo viaje. No me voy, sigo caminando. Siento mucha gratitud, mucha felicidad por lo que dejo y por lo que viene. Me desprendo con ligereza, sabiendo que todo lo vivido queda dentro de mí.”

Con serenidad y libertad, se despide de su labor en Migra Studium como quien sabe que ha amado, ha servido y ha dejado una huella profunda. “Me gustaría haber dejado esto: estima, facilitación y paz. Que las personas que han pasado por el Espacio se hayan sentido acogidas y acompañadas.”

Un relevo con continuidad y esperanza

Deja atrás un espacio renovado, vivo, consolidado. Alícia no solo cierra una etapa con serenidad, sino con confianza en lo que continúa. El relevo al frente del Espacio Interreligioso lo asume Alba Pàmies, una mujer joven, con experiencia en el ámbito educativo, pastoral y en el trabajo con infancia y juventud. “Es una persona inteligente, con capacidad de escucha, sensibilidad por el diálogo interreligioso y buenas herramientas comunicativas. Creo que puede aportar mucho al Espacio.”

Su deseo para el futuro del proyecto es claro: que siga creciendo en profundidad, manteniendo la capacidad de acogida y de diálogo con todo el mundo. Que consolide las relaciones con redes e instituciones que trabajan por la convivencia y el respeto. Y que el Espacio pueda seguir rompiendo estereotipos sobre el hecho religioso, especialmente en el ámbito educativo público. “El sueño sería que pudiéramos dedicarle más recursos, que llegáramos a más escuelas, que ayudáramos a ver que hablar del hecho religioso no es hacer catequesis, sino hacer cultura, hacer convivencia.”

“El sueño sería que pudiéramos dedicarle más recursos, que llegáramos a más escuelas, que ayudáramos a ver que hablar del hecho religioso no es hacer catequesis, sino hacer cultura, hacer convivencia.”

Con estas palabras, Alícia nos recuerda que el Espacio Interreligioso no es solo un proyecto educativo. Es un gesto radicalmente humano en medio de una sociedad que a menudo olvida la lentitud, el diálogo y el sentido. Y es gracias a personas como ella que este gesto se ha mantenido vivo, acogedor y transformador.

Una huella que perdura

Cuando le preguntamos por la huella que le gustaría haber dejado, Alícia responde con la misma sencillez que ha marcado su trayectoria: “Estimación. Haber hecho sentir a las personas acogidas y queridas. Y, si puede ser, también un poco de paz.”

En Migra Studium sabemos que eso es exactamente lo que nos deja. Estima, paz, inspiración. Y la certeza de que, gracias a personas como ella, la utopía del diálogo no solo es posible, sino que ya es real.

Gracias, Alícia, por tu entrega, por sembrar silencio y pensamiento, por hacer real la utopía del diálogo. Nos dejas mucho más de lo que puedes imaginar.

Seguimos caminando.
 

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